David examinando la creación escribe en el Salmo capitulo 139 y versiculo 14: “Te elogiaré porque de manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho.
Tus obras son maravillosas…”
Tus obras son maravillosas…”
Y si se cita una investigación científica recientemente, se puede apreciar todavía más; por ejemplo:
Las instrucciones dentro del ADN de la célula, “si se escribieran, llenarían mil libros de 600 páginas cada uno”, explica la revista National Geographic*a. “Cada célula es un mundo atestado de hasta doscientos billones de grupito de átomos llamados moléculas […]” “Cada una de esas células (y son cien billones) funcionan como una ciudad amurallada. Plantas de energía generan la energía de la célula […]” ilustra la revista de noticias Newsweek*b.
Si las instrucciones dentro de un solo ADN, -si se escribieran-, llenarían toda esa cantidad de libros, se podrá imaginar o calcular ¿Cuántos libros de 600 paginas se tuvieran que usar para toda la cantidad de ADN contenido dentro de un ser humano?, y hay que destacar que sobre pasa la cantidad de cien billones de ADN. Y si colocamos todas esas instrucciones dentro de un solo libro ¿Cuántas páginas se requerirían?
Pues este hecho bajo inspiración divina, lo quiso destacar David escribiendo:
Tus ojos vieron hasta mi embrión, y en tu libro todas sus partes estaban escritas, […] (Salmos 139:16).
Si David encontró esté hecho, ¿Con cuanta más razón debería ser motivo de gozo para nosotros?
Los científicos no han podido descifra todas las instrucciones de un solo ADN y hay que tomar en cuenta; que cada ADN tiene su particularidad. Así que el libro de instrucciones que escribo Dios en los muchos más de billones de ADN para crear y se continuaran procreando los seres humanos, solo el mismo (Todopoderoso) lo puede leer y talvez sus muchísimos ángeles.
Un hecho muy particular ¿no creen?
Referencias de Bibliografías:
*a National Geographic, “The Awesome Worlds Within a Cell”, por Rick Gore, septiembre de 1976, pp. 357; 358; 360.
*b Newsweek, “The Secrets of the Human Cell”, por Pete Gwynne, Sharon Begley y Mary Hager, 20 de agosto de 1979, p 48.
